miércoles, 18 de febrero de 2009

Tribuna. Alcaldes y gerentes no deben liderar la sanidad


JOAN GENÉ, Miembro de la Comisión Permanente del Plan de Innovación de Atención Primaria en representación de la Universidad de Barcelona 18/02/2009

En salud, la falta de innovación comporta inevitablemente un retroceso. Algunas de las buenas ideas de los años ochenta y los noventa que marcaron el carácter diferencial del modelo catalán ya no son válidas para empezar la segunda década del siglo XXI: ahora las patologías crónicas se han convertido en el principal problema y son las máximas responsables del consumo sanitario. Sin embargo, nuestro sistema sigue orientado a la patología aguda. Entendemos la atención primaria como la puerta de entrada, el hospital como el centro de la asistencia y el sociosanitario como la salida; un círculo fácil de comprender, pero totalmente desajustado de la realidad.

En el Reino Unido el 70 por ciento de los pacientes crónicos que acudían repetidamente a urgencias y que reiteradamente ingresaban, no eran ni conocidos ni seguidos por sus médicos de familia; nosotros ni siquiera disponemos de indicadores para valorar su atención. Estas enfermedades complejas únicamente son abordables desde una política de integración de servicios, aprovechando las nuevas tecnologías, utilizando las nuevas profesiones sanitarias y creando nuevos servicios en la comunidad.

Desgraciadamente la palabra integración tiene mala prensa en primaria, ya que los hospitales la han empleado para absorber el primer nivel con el fin de optimizar su cuenta de resultados. Justamente, tal como señala Cris Ham, esta integración vertical de la gestión es la peor forma de conseguir la integración asistencial por las resistencias que genera en la comunidad.

El modelo catalán ha de estructurarse a partir de las necesidades de los ciudadanos y no de las demandas de usuarios e intereses de hospitales. Los pacientes han de disponer de más información, mayor capacidad de elección y, por otra parte, han de asumir más responsabilidad sobre su salud. Los centros sanitarios han de proveer proactivamente la atención que precisa cada segmento de la población y no responder exclusivamente a la demanda de los servicios que tienen instalados.

Este cambio del paradigma asistencial, necesario para afrontar la nueva realidad, no lo liderarán nunca los gestores de los centros sanitarios ni los políticos locales. Justamente por este motivo los sistemas de salud, como el catalán, separaron la planificación y la compra de la provisión de servicios.

Los alcaldes de los municipios, por la naturaleza de su cargo, no pueden aplicar el principio elemental en salud pública de "piensa globalmente y actúa localmente". Los gerentes de los centros asistenciales trabajan para mantener la supervivencia de su organización, objetivo que en este momento no coincide con las necesidades de la población.

Por ello, el liderazgo efectivo de la planificación y de la ordenación de la asistencia debe recaer en el Servicio catalán de la Salud (CatSalut). Éste no puede seguir limitándose a repartir el presupuesto y a delegar las decisiones sobre inversiones y ordenación de la asistencia a los proveedores. Los obvios conflictos de interés de alcaldes y gestores impiden que sigan asumiendo el liderazgo de la atención a la salud de su territorio. No pueden dirigir el cambio que ahora precisamos.

En sentido contrario
El proyecto de Plan de Innovación de Atención Primaria catalán apuesta por este nuevo liderazgo del CatSalut apoyado en la colaboración leal de profesionales y pacientes. Desgraciadamente, Cataluña sigue avanzando en sentido contrario. Tanto el Instituto Catalán de la Salud (ICS) como el resto de proveedores siguen promoviendo la gestión territorial desde la provisión; existen múltiples plataformas que intentan integrar sin conseguirlo la información clínica; no disponemos de guías de práctica clínica unificadas; los pacientes siguen cautivos de la especializada y el CatSalut delega en alcaldes y proveedores el gobierno.

El plan de innovación sólo se implementará si logra el soporte de profesionales y pacientes. Políticos y gestores parecen poco entusiasmados con el cambio propuesto.

Aparegut a Diario Médico el18/2/2009

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